Directora: Antonini Alicia.

Síntesis:

Las instituciones carcelarias de muchos países tienen granjas que permiten a los internos trabajar y aprender técnicas agrícolas. A su vez, producen alimentos y generan ingresos por venta de excedentes o manufacturas, los cuales pueden ser aprovechados para cubrir las necesidades del establecimiento, o como formas de remuneración por el trabajo de los internos. Así mismo, el hecho de darles la oportunidad de adquirir nuevas aptitudes y acumular experiencia de trabajo les ayudará a la posterior reinserción social y laboral. Las “Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela)” consideran que las personas privadas de su libertad deben tener la oportunidad de trabajar y participar en su reeducación. La implementación de estas acciones puede ser gestionada a través de proyectos de extensión que acompañen y garanticen su ejecución de manera integral en el territorio donde se desarrollan.